Foto: Ápe Paraguay
Por Ápe Paraguay
Tiene los ojos grandes y la mirada profunda. Sus manos hablan a la par que sus labios. “No hay cómo construir igualdad para las mujeres si no construimos otra sociedad, otro modelo que supere el capitalismo, que supere la explotación y la opresión”, dice Nalu Faria sin levantar la voz, pero con firmeza y convencimiento. Ella es una de las referentes principales de la lucha por los derechos de las mujeres en el Brasil; es sicóloga, madre y activista de Sempreviva Organización Feminista, SOF*, que lleva actualmente la secretaría de la Marcha Mundial de las Mujeres**.
Dilma Rousseff es la primera presidenta en el Brasil; Cristina Kirchner en la Argentina ha construido un liderazgo que hoy ni sus peores enemigos pueden darse el lujo de negar; Michelle Bachelet en Chile ha dejado la presidencia, pero aún sigue influyendo en las relaciones internacionales en la región. ¿Qué está pasando con las mujeres y el liderazgo político en América Latina? Nalu tiene su análisis y lo comparte en esta conversación.
-¿De qué se trata la Marcha Mundial de las Mujeres?
-La Marcha empezó como un movimiento amplio, desde 1995, pero se lanzó al público justamente en 2000 con la campaña en contra de la pobreza y la violencia sexista. En aquel momento, en 2000, estábamos aún bajo la hegemonía fatal del neoliberalismo. La Marcha Mundial de las Mujeres resultó ser un movimiento que alzaba su voz contra la pobreza y la violencia, pero desde la visión antisistémica.
Desde esos años, seguimos trabajando mucho y, cada vez más, fue ampliándose el programa de acción. Es en ese sentido que decimos que es posible cambiar el mundo, y para cambiar el mundo, hay que cambiar la vida de las mujeres… y para cambiar la vida de las mujeres es necesaria una nueva sociedad. Por lo tanto, no hay cómo construir igualdad para las mujeres si no construimos otra sociedad, otro modelo que supere el capitalismo, que supere la explotación y la opresión.
-¿Por qué se habla de “Marcha”?
- Nosotras en Brasil trabajamos mucho con sectores populares, con mujeres del campo, de la ciudad y muchas jóvenes. El año pasado, en el marco de la Tercera Acción Internacional de la Marcha, hicimos una caminata de diez días, donde estuvimos más de 2.000 mujeres. Marchamos en total tres mil, pero algunas tuvieron relevo y algunas se fueron mientras otras llegaron. Entonces, fue una experiencia muy fuerte para nosotras, construir una marcha de diez días para reivindicar los derechos de las mujeres. 2.000 mujeres juntas, con toda la diversidad, los conflictos inclusos, pero fue una experiencia de mucho crecimiento.
-Hoy se habla mucho de liderazgo femenino. En Brasil, tienen hoy la primera mujer presidenta brasileña. ¿Eso significa que las mujeres han avanzado en términos de conquistas políticas?
-Las mujeres somos, y eso está cada vez más visible, un componente importante en muchos movimientos sociales y políticos que están en las luchas de resistencia no sólo en Brasil, sino en todo el mundo. Pero eso no se refleja en los puestos de poder.
Aun así, en el caso de Brasil, claro que es un hecho muy fuerte y significativo que Dilma Rousseff sea la primera presidenta no sólo por ser la primera presidenta, sino por lo que es su trayectoria. No es la primera presidenta por ser hija o esposa de un político caudillo como en muchas partes suele ocurrir. Incluso, en algunos estados brasileños, las gobernadoras, muchas veces, vienen de la oligarquía… Dilma no, Dilma tiene una trayectoria de izquierda, de construcción política propia. Eso es muy importante.
-¿Dilma fue la primera candidata a presidenta por el Partido de los Trabajadores?
-Fue la primera candidata a presidenta por el Partido de los Trabadores y para mí es muy significativo que la primera vez que el PT propone una candidatura presidencial que no sea Lula; porque hasta entonces, Lula había sido el principal líder y toda la gente reconocía eso, no solamente el PT. Y la primera vez que no es Lula el candidato, fue una mujer. Eso es muy significativo, pero no está basado en una equivalencia de poder. Incluso si miramos las mujeres electas para el Parlamento, para el Congreso, no avanzamos casi nada. Avanzamos un poquito con las senadoras; las diputadas a nivel federal, no. Pero creo que hay un proceso sistemático en los últimos años de crecimiento de las mujeres en espacio de poder. Es un crecimiento despacito, no es vertiginoso… Pero ese crecimiento pequeño se refleja no sólo en el Poder Ejecutivo, sino en los movimientos. Cada vez más tenemos liderazgos, mujeres asumiendo puestos.
-¿Es más difícil para la mujer construir trayectoria política?
-Es por eso que aunque sea un crecimiento pequeño en las conquistas de espacios de poder, es muy importante porque nosotras sabemos cuánto cuesta para las mujeres llegar hasta ese espacio, no sólo porque sigue teniendo una práctica política permanente que excluye a las mujeres, excluye porque son más exigentes con las mujeres. La forma de funcionar la política cuasi naturalmente excluye a las mujeres, pero también porque es mucho más difícil para las mujeres conciliar la vida privada y pública, familia, hijos y todo eso. Entonces, para que la mujer pueda estar en estos espacios, debe realizar un esfuerzo mucho mayor. Así que tenemos que celebrar cada espacio, cada éxito, cada conquista, cada escalón…
-En Argentina, Cristina Fernández… era la esposa de un líder, Néstor Kirchner… pero también ella era una militante…
-Ella tenía una trayectoria. Sí, definitivamente.
-¿Podemos decir que en América Latina hay como una necesidad de colocar el liderazgo de mujeres por parte de los partidos políticos y los movimientos?
-Yo creo que el tema de la participación y el liderazgo está bastante colocado no solo por el movimiento de mujeres. Es un tema incluso colocado por otros sectores, lo cual nos da la responsabilidad de trabajar a partir de nuestra perspectiva. Por ejemplo, los documentos de las Naciones Unidas refieren que el principal problema es el empoderamiento y la participación.
Sí. Es cierto, queremos compartir los espacios de poder. Pero hay que discutir qué poder queremos compartir, porque para nosotras no basta decir tenemos que cuidar en el Parlamento o llegar al Ejecutivo; también queremos cambiar cómo se organiza el poder.
-¿Garantiza los derechos de las mujeres el hecho de que una mujer llegue el poder?
-Tener mujeres es un elemento de democracia de género, pero eso no es suficiente cuando decimos que queremos construir un proyecto popular, un proyecto democrático popular o transitar el socialismo, porque si todas las mujeres que llegan al Parlamento son mujeres de la burguesía no va a cambiar nada. Es interesante remarcar que en América Latina no hay cómo desconocer el protagonismo de las mujeres en las luchas de resistencia, sea en las luchas indígenas, campesinas, en las luchas urbanas, en la lucha contra la pobreza. El protagonismo de las mujeres ahí está. Aunque eso no se refleje cuando se discute con relación a la ocupación de puestos de poder real.
Foto: Roberto Acosta
MUJERES MIGRANTES
-¿Hay mujeres migrantes organizadas en Brasil en contacto con su organización?
-Es muy difícil hacer un trabajo con las mujeres migrantes. Tenemos conexión con gente que trabaja con los migrantes –incluso hay una compañera de la Marcha que está muy ligada a eso–, pero eso es un hecho que aún tenemos que superar. Justamente por la condición de precariedad, quizá la posibilidad de que las mujeres migrantes se involucren en las luchas feministas en el Brasil es muy difícil. Tenemos contacto con los migrantes, pero es casi como dos mundos y existe toda una dificultad para involucrarlas. La tendencia es que ellas construyan movimientos propios de la convivencia, pero también con mucha dificultad.
-Pero se discuten cuestiones de migración en la Marcha Mundial de las Mujeres…
-En Brasil, la discusión de la migración pasa más bien por el tráfico y la explotación sexual. Tenemos estos temas en nuestras plataformas, en nuestra discusión. Articulamos con gente que trabaja estos temas en el Foro Social Mundial, pero no es un trabajo sistemático. Infelizmente, no tenemos mujeres migrantes en nuestros comités, en San Pablo nos organizamos por comité.
- …Quizá también tiene que ver con que las migrantes primero deben sobrevivir a la condición de migrante y su implicancia.
-Quizá. Y se forman grupos de convivencia muy cerrados y específicos. También, como somos un movimiento muy popular, tenemos muy poca estructura. Entonces…eso dificulta… yo veo que la gente que a veces llega a los migrantes es la gente que tiene una ONG, tiene algún programa, oferta algunos servicios. Y nosotras, no. Hacemos movilizaciones y realmente no tuvimos capacidad de llegar hasta ahí y asumimos que tiene que ver con nuestras debilidades.
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Foto: Roberto Acosta
- ¿De qué se trató su exposición ante las mujeres de la Conamuri***?
-Hablamos de qué es la violencia hacia las mujeres. Profundizamos la comprensión de esa violencia específica que sufrimos las mujeres por ser mujeres… porque sabemos que hay otros tipos de violencia. Tampoco podemos decir que todo y cualquier discriminación que las mujeres vivimos es violencia, pero es muy importante conceptualizar esa violencia como parte de la relación de poder y dominación de los varones sobre la mujer. Y es muy importante analizar esto con cuidado porque justamente cuando tratamos el tema, y casi todos los temas de feminismo, queda muy explícito este conflicto que tenemos entre mujeres y varones. Porque en general, los varones son los que nos violentan y sufrimos violencia por parte de padres, parejas, novios, colegas de trabajo y eso realmente nos hace tener que mirar cuán contradictoria es la relación de género.
Justamente lo que la sociedad intenta presentar como complementariedad: una relación de conflicto. Nos coloca en la necesidad de centrar el debate del proceso de construcción de autonomía en el hecho de que podemos justamente buscar vivir libres de la violencia.
-¿A qué se refiere?
- A que podemos hacer muchas cosas con los varones, como lograr que se penalice a los varones que cometieron violencia para que se sientan disuadidos de cometer violencia. La impunidad es una de las cosas que hace que los varones sigan con la violencia. En mi país, que empezó una lucha contra la violencia hacia las mujeres hace más de 30 años y una lucha fuerte por judicializar, penalizar a los varones que matan a mujeres, creo que no hay ningún varón en la cárcel por violentar a mujeres. Siempre logran salir… o cumplir la pena en libertad, o huyen. Entonces, la impunidad es una cosa que tenemos que combatir. La socialización, la educación, la alerta de la sociedad, todo eso es importante, pero también nosotras las mujeres conocemos los mecanismos que hacen que la violencia exista y nosotras mismas no dejarnos entrar en la situación en lo que puede suceder.
-¿Y el sexto sentido?
-Cuando una compañera, Eliane, dijo que las mujeres teníamos un sexto sentido yo pensé ¡ay qué bueno realmente si hubiera el sexto sentido para descubrir que este varón puede ser un hombre violento y entonces, una se aparta de él! Infelizmente, no es así, pero tenemos que conocer.
-¿Cuál es la clave entonces?
-La clave es conocer que cuando un hombre nos intenta controlar es el inicio de una relación de violencia. Por ejemplo, no es sólo cuando nos golpea, cuando nos califica, cuando nos maltrata… cuando nos dice dónde tenemos o no tenemos que ir; con quién hablar o con quién no hablar; qué ropa vestir y qué tipo de pelo usar; qué color usar en los labios… toda vez que un hombre intenta imponer cómo tenemos que comportarnos como mujer, tenemos que estar en alerta… Siempre que se nos trate como una propiedad privada, donde él es el dueño, tenemos que percibir que allí está el peligro de una relación con violencia y evitar entrar en este juego. Cada vez que estamos diciendo sí a una imposición masculina, estamos empezando a andar un posible camino hacia otro tipo de violencia.
-¿Es a eso que llama autonomía?
-Toda esa consciencia y esa construcción de la autonomía es muy importante en la lucha contra la violencia. Y una de las formas de garantizar eso es a través de nuestra organización como mujeres. Junto con otras mujeres podemos construir una fuerza colectiva, pero también hay que construir una fortaleza para protegernos a nosotras mismas personalmente. La autonomía es un proceso de organización colectivo, pero también tiene un reflejo en nosotras personalmente y en nuestras prácticas, cómo nos colocamos en la vida.
Notas:
*** www.conamuri.org.py CONAMURI, Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indigenas
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